La
historia comienza cuando un erizo, recogido por un automovilista, llega
a casa de una familia y se queda a vivir. Los vecinos, enterados de la
historia del erizo, empiezan a llevarles animales de todo tipo,
incluyendo osos pardos, equidnas y dromedarios, para que se hagan cargo
de ellos; la hermana del protagonista, por si fuera poco, tiene un
rinoceronte propenso a tropezar con todo pero cuya existencia y
presencia ella niega: una especie de animal incorpóreo e invisible, por
así decir.
Aparece también un elefante que goza de la estupenda cualidad de
deslizarse por debajo de las puertas, tal que si fuera una notificación
del ayuntamiento: la familia le pone Rendija, claro. Al poco llega
Postizo, un león viejecito, desdentado y pacífico, pero que no soporta
los gritos y que, cuando alguien levanta la voz -a lo que el padre de
familia tiene cierta propensión- se lo traga, aunque después lo
regurgite. Hay también un cocodrilo sordo, un hormiguero cuyas moradoras
están siempre al acecho de bocados sabrosos, sean éstos visitas o
miembros de la familia?
En fin, la familia vive cada vez más agobiada.
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